ESTATUA VIVA

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MONUMENTO A LA LIBERTAD

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¡Soy la Libertad! El deseo de una vida plena y justa; para crecer y trazar el camino propio… el anhelo de los patriotas que hizo realidad la independencia de Panamá, que recordamos al cumplir su bicentenario.

Soy mujer porque para ser libre hacen falta grandes sacrificios y mucha generosidad.

Mis manos son grandes para romper las cadenas del coloniaje… mi pecho es voluminoso, porque la libertad debe alimentar a todos sus hijos… mi cabellera desafía al viento como una bandera que llama a la lucha… y mi grito clama al cielo, contra la opresión y la injusticia.

El escultor panameño José Guillermo Mora Noli me imaginó así y me materializó en el año de 1949. Desde entonces, estoy aquí para evocar la gloriosa gesta de los hombres y mujeres santeños, y para recordar a todos que vivo con el aliento de cada panameño.

EL MONUMENTO

Dedicado a los próceres santeños del 10 de noviembre de 1821, El monumento a la Libertad fue comisionado por el entonces presidente Enrique A. Jiménez al escultor panameño José Guillermo Mora Noli, autor de más de 300 obras escultóricas, grabados y pinturas, entre las cuales destacan también las esculturas Pro- Mundi Beneficio y Maternidad y los bustos de Justo Arosemena y Amador Guerrero y las estatuas de Victoriano Lorenzo y Anayansi

Ubicada en el Parque Rufina Alfaro de la Villa de Los Santos, muchos se empeñaron en identificarla como la figura femenina que la tradición oral ha otorgado a la heroína de Los Santos. Tanto el propio Mora Noli, como algunos críticos debieron explicar el simbolismo de la pieza.

“Las manos expresionistas del monumento son grandes y gruesas porque reflejan la fuerza que se debe tener para romper las cadenas del coloniaje. Los senos son voluminosos, porque la Libertad debe alimentar a muchas hijas e hijos. Su cabellera desafía al viento para hacernos evocar nuestras banderas y estandartes de lucha…”.

Aunque no existen documentos que certifiquen la existencia de Rufina Alfaro, esta se ve reflejada no solo en la mujer santeña sino en las de todo el país.

MONUMENTO A SIMÓN BOLÍVAR

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Soy Simón Bolívar. Me llaman El Libertador de América. Y no hay título militar ni académico que me haga sentir más orgulloso. Siendo un hombre de ideas, las campañas militares resultaron el camino inevitable para alcanzar una meta colosal: romper el yugo colonial y reinventar el nuevo mundo.

Panamá, que alcanzó la independencia por su mano en 1821, hace ya 200 años, fue para mí el foco natural, la parte esencial y el todo de mi proyecto americanista. El istmo siguió generoso mis propuestas y se sumó a la Gran Colombia, semilla de ese continente confederado con el que todavía sueñan los “bolivarianos”.

En esta plaza que lleva mi nombre, a escasos pasos de donde se celebró, en 1826 el Congreso de Panamá, el escultor español Mariano Benlliure me inmortalizó custodiado por un gran cóndor, acompañado por la Libertad y la Victoria, enarbolando las banderas de los países que liberé.

Aquí, en el puente del mundo y corazón del Universo, donde nunca estuve en vida, repito mis propias palabras: si el mundo hubiese de elegir su capital, este istmo estratégico sería señalado para tan augusto destino.

EL MONUMENTO

Vestido de civil, sin galas militares, ni siquiera su espada, Simón Bolívar, desde un punto privilegiado de la plaza que fue rebautizada con su nombre en el centenario del Congreso Anfictiónico, pareciera estar observando la magnitud de su gran proyecto estadista.

La obra, un encargo del gobierno panameño, tras acuerdo con los países hispanoamericanos, fue comisionada a Mariano Benlliure, uno de los más afamados escultores de España, considerado como el último gran maestro del realismo decimonónico y también autor del Monumento a Vasco Núñez de Balboa, en Panamá.

El escultor encontró que la mayoría de los monumentos dedicados a El Libertador destacaban su faceta militar y se empeñó en resaltar su condición de organizador de naciones y hombre civil. La obra fue develada en 1926 por el entonces presidente de Panamá, Rodolfo Chiari, a una corta distancia del salón donde se celebró el Congreso Anfictiónico.

Considerado por el propio Benlliure como una de sus obras de mayor significación internacional, el monumento que dedican “Las naciones de América al libertador Simón Bolívar”. aparece en la publicación Monumentos en el mundo, De Mariano Benlliure, un homenaje en su 150 aniversario 1862 -2012, con la siguiente descripción:

«El conjunto con dos frentes está compuesto en ambos casos en torno a la figura de Bolívar, aislada en el frente y enarbolando las banderas de Argentina, Chile y Bolivia y Colombia en la parte posterior, acompañadas por relieves que representan la emancipación de los esclavos, la proclamación del libertador como padre de la patria, el grito de la independencia americana y el paso de los Andes. Dos figuras alegóricas de la Libertad y la Victoria estrechan sus manos en la parte superior, bajo un cóndor que despliega sus alas para emprender el vuelo, símbolo de América del Sur».