Palabras con motivo de la Sesión Solemne de la Sociedad Bolivariana de Panamá en Conmemoración de los 189 años del fallecimiento del Libertador Simón Bolívar

Plaza de Los Libertadores

Palacio Bolívar

17 de diciembre de 2019

Bienvenidos al Palacio Bolívar.

Para mí es un honor representar en este evento al Excelentísimo Señor Laurentino Cortizo Cohen, Presidente de la República.

Esta noche, por muchas razones…unas evidentes, otras no tanto… está llena de simbolismos y tiene un gran significado… pero yo quisiera destacar tres:

El lugar, el motivo y la coyuntura.

El Lugar. En la Carta de Jamaica, Simón Bolívar, además de plasmar su sueño de integración latinoamericana, anuncia su deseo de celebrar en Panamá una conferencia que unificara a los Estados latinoamericanos. Para Bolívar, admirador de las instituciones griegas, era indispensable forjar un cuerpo, al que llama anfictiónico.

 Y así, en este mismo edificio conocido como el Palacio Bolívar, a escasos metros de donde nos encontramos, en 1826, Panamá tuvo el privilegio de ser anfitrión de dicho Congreso Anfictiónico, cuyo objetivo fue crear una confederación de los pueblos latinoamericanos desde México hasta Chile y Argentina.

 Decía textualmente en el mismo documento:

«Yo deseo, más que otro alguno, ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria»…

La agenda de dicho Congreso incluía afianzar la independencia de los Estados Latinoamericanos, la seguridad interna, la no intervención, la autodeterminación. Pero también, la igualdad jurídica entre todas las naciones, y el concepto del manejo de las relaciones entre los Estados por medio de un Congreso Plenipotenciario Permanente y de una Reforma social basada en la libertad y la paz.

Este Congreso fue una de las tempranas semillas del multilateralismo.  Multilateralismo, que hoy está siendo cuestionado y atacado y que debemos reforzar y proteger en esta coyuntura histórica.

El Motivo.  Que nos convoca hoy? A 189 años de la desaparición física del más importante latinoamericano del siglo XIX, Simón Bolívar, se encuentra este distinguido grupo, en este lugar, pero no es sólo para honrar al mítico líder, sino también para reflexionar sobre las enseñanzas profundas del ideario bolivariano, acuñado en América pero que es ejemplo para el mundo entero.

Nadie puede negar que Bolívar marcó la pauta ideológica de la independencia americana de cuya influencia no se pudo escapar ninguna nación del continente.  Sí, pero su influencia y legado van mucho más allá.

La mayoría de los discursos de Bolívar resaltan que era un hombre singular, humanista, racional, liberal, estratega y libertador.  Que viajó por el mundo y absorbió las ideas de la Ilustración francesa y de la industrializada sociedad inglesa más liberal sin olvidar su origen y la esencia del ser latinoamericano. Ferviente creyente de la importancia de la educación que afirmaba que “Un hombre sin estudios es un ser incompleto”.  Así cuando libera Perú la recompensa que le ofrecen la reinvierte en educación.  “La educación forma al hombre moral”.  

Pero lo que yo quiero enfatizar hoy y que todos los aquí presentes sabemos, es que Bolívar tuvo siempre una irreductible vocación de servicio desinteresado a la Patria.

Y sentenciaba que “El que lo abandona todo por ser útil a su país, no pierde nada y gana cuanto le consagra”.  Porque “la gloria está en ser grande y ser “útil”. Y es que “la gloria no es mandar sino ejercitar grandes virtudes”.

 Pero lo que no siempre repetimos lo suficiente es que tenía un alto sentido ético como persona y especialmente como funcionario público.  ”Tengamos una conducta recta y dejemos al tiempo hacer prodigios”.

“La mejor política es la honradez”.   

Y en cuanto a los servidores públicos.  Decía que “los empleos públicos pertenecen al Estado; no son patrimonio de particulares.  Ninguno que no tenga probidad, aptitudes y merecimientos es digno de ellos “.

Y por eso sentenciaba que dichoso aquel que “corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas preserva su honor intacto”.

“El honor es la mejor guía del laberinto de las revoluciones”.

Frases que sólo puede nacer de una mente, que conocía perfectamente el espíritu humano, verdadero campo de batalla en que él se enfrentó.   

Por eso, al acercarnos al bicentenario de su partida física, estamos obligados a renovar nuestro compromiso con su pensamiento, en busca del desarrollo de nuestros pueblos y de su futuro como nación.

Y ha llegado la hora para que los líderes ocupen su posición y asuman sus responsabilidades. Los cambios estructurales por los que transita el mundo de hoy, son los nuevos retos y conflictos a los que nuestra valiente generación, debe enfrentar.    

Nuestros pueblos esperan que tengamos capacidad y honestidad en nuestra gestión. Que entendemos luego del paso de los siglos que la auténtica pasión por lo que se hace y realizarlo con vocación de servicio, es la senda correcta.

La coyuntura.    Nuestra historia y nuestra geografía, desde el surgimiento mismo del istmo de Panamá, nos ha marcado para ser lugar de encuentros, ruta de paso, espacio para el consenso…Somos un país de convergencia no sólo de océanos sino también de culturas, de razas, de ideas.  

Pero nuestra posición geográfica también fue motivo de conflictos geopolíticos.  Tuvimos nuestras luchas.  Cien años tomó lograr nuestra reparación histórica y unir toda la geografía patria y con esa integridad territorial asumir el control de nuestro mayor activo: nuestra posición geográfica. Los panameños cuando nos unimos hemos conseguido extraordinarios logros. 

La historia nos trae hasta este instante…Ahora enfrentamos nuevos retos y desafíos. Y está en juego el futuro mismo del país.  En esta administración vamos a procurar coincidencias y consensos, a unir fuerzas para restituir nuestra autoestima y recuperar  nuestro orgullo nacional.

Tenemos un gran país, lo tenemos todo para salir adelante y vamos a hacer que el crecimiento económico se traduzca en desarrollo social, en equidad y en un país próspero, de ley y orden, y de oportunidades para todos.  

Pero ello requiere de un Buen gobierno, que le sea útil a la gente.  Un gobierno Transparente, que les diga la verdad y les devuelva la confianza en sus instituciones.  Un gobierno que defienda los intereses nacionales y los haga respetar por encima de cualquier grupo político o económico. Que entienda que el propósito de gobernar es asumir el poder para transformar y que tenga como estrella a la educación, porque no hay tarea política más noble, ni más importante ni socialmente más urgente que transformar la educación del país.

Les pregunto:   ¿no es ese el ideario Bolivariano?

            Concluyo, felicitándolos a todos por mantener encendida la llama del espíritu Bolivariano. Y los exhorto a que apliquemos en nuestro diario bregar el legado del Libertador. Seamos multiplicadores de su valioso mensaje para orgullo y gloria de nuestro país.

Muchas Gracias.