Señor Presidente, Señores Representantes Permanentes y Alternos, Señores Observadores: Agradezco al Consejo Permanente la celebración de esta reunión extraordinaria, para la convocatoria urgente de una Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, con el fin de considerar la situación que está viviendo la República Bolivariana de Venezuela para que, a través del intercambio de ideas e iniciativas, se coadyuve a acercar a los diferentes actores y encontrar una solución mediante el diálogo entre venezolanos.

La grave situación que se vive en la República Bolivariana de Venezuela, la cual ha sido reportada ampliamente por diferentes medios, ha provocado la preocupación de todos los sujetos del Derecho Internacional.

En este sentido, el Gobierno Panameño no ha querido esperar que la situación se siga agravando y ha decidido, por iniciativa propia, hacer esfuerzos para lograr un acercamiento entre los diversos grupos de la sociedad venezolana y su Gobierno, y que, entre ellos, encuentren una solución a los problemas que los agobian. Los principios con los que se fundó la Organización de los Estados Americanos nos hace a todos, de una manera u otra, responsables de ayudar a los países de la región que se encuentren en crisis. No debemos olvidar que el objetivo de la existencia de esta Organización es que sea un foro político para el diálogo multilateral, la integración y la toma de decisiones en el ámbito americano.

La Declaración de la Organización establece que ésta trabaja para fortalecer la paz, la seguridad y consolidar la democracia, promover los derechos humanos, apoyar el desarrollo social y económico y promover el crecimiento sostenible en América, es decir, en su accionar busca construir relaciones más fuertes entre las naciones y los pueblos del continente. Dicho esto, quiero expresar, categóricamente que el llamado que hace Panamá no puede ni debe ser considerado de ninguna manera injerencista. Las razones para esta convocatoria son válidas y legítimas, fundamentadas en la razón de ser de esta Organización y sus instrumentos jurídicos, principalmente, la Carta de la OEA, que todos suscribimos y que nos hace Parte de esta gran familia del continente americano. En ese sentido, quiero también dejar claro que Panamá no tolerará expresiones ofensivas sobre su papel, como sujeto, en igualdad de derechos, de esta organización, por hacer uso de su derecho de expresar su preocupación y sus buenos deseos para Venezuela.

Señor Presidente: Si hay un país que ha enfrentado crisis, que han sido ventiladas en el seno de los organismos universales y regionales, para poder encontrar soluciones a los graves problemas políticos que la han afectado en el pasado, es Panamá. Es nuestra experiencia, la que ha llevado a mi Gobierno a presentar una iniciativa que provoque un debate, intercambio de ideas o propuestas que puedan ayudar a los hermanos venezolanos a encontrar soluciones mediante un verdadero diálogo, real y efectivo, entre el gobierno y los actores sociales venezolanos. Se nos ha tachado, irrespetuosamente, como lacayos del imperialismo, derechistas, injerencistas, títeres y otras expresiones más que no nos merecemos. A los que así se han expresado, les recuerdo que en 1964, Panamá rompió relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América y ha sido el único país, de los aquí presentes, que lo ha hecho: Lo hicimos por principios, en defensa de nuestra soberanía y de nuestro pueblo y les recuerdo también que fue esta organización la que ayudó a recomponer esa relación.

No permitiremos que el uso de nuestro derecho soberano a expresar preocupación por los acontecimientos que ocurren en otros países y que en el marco de los principios de esta organización deben ser de preocupación para todos, sea la génesis de insultos y ataques, que por altura, decencia, cortesía diplomática y la gran dignidad que tiene el pueblo panameño y su gobierno no serán respondidas, rebajándonos a esos pobres niveles de dialéctica. No hay duda de que los insultos son la razón de los que no tienen razón. Vemos cosas distintas y de distinta manera. Al igual que el Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires de la República Argentina, consideramos que no son enemigos ni conspiradores los que protestan pacíficamente en Venezuela, son venezolanos. Compartimos, con expresidentes de Brasil, Chile, Perú y Costa Rica, la preocupación de que manifestaciones estudiantiles de protesta pacífica contra las políticas del gobierno, que son normales en cualquier sociedad democrática, han sido objeto de una represión desproporcionada por parte de la fuerza pública y de ataques por parte de grupos armados ilegales que, algunos medios, vinculan con partidos políticos en el gobierno. Pareciera que la protesta cívica y la oposición democrática han sido criminalizadas. Con espíritu de colaboración y sobre la base de nuestra experiencia, apelamos al papel que tiene la OEA como el organismo regional idóneo para intercambiar ideas de cómo ayudar que los hermanos venezolanos encuentren su propio camino para solucionar sus diferencias, pero respetando todo a lo que nos comprometimos cuando creamos este foro.

Respeto a la Democracia, a los Derechos Humanos, al debido proceso, la libertad de expresión, la libertad de reunión, la solución pacífica de conflictos, la tolerancia de otras ideas, a la diversidad, pero sobre todo a la convivencia pacífica, a la Paz. A finales de los años 80, Panamá vivió momentos muy críticos de su historia. Aprendimos que si un diálogo de altura hubiera prosperado en aquel momento, tal vez los hechos lamentables, que desencadenaron la intransigencia de una de las Partes, se hubieran podido evitar. Es esa experiencia la que nos hace invocar la Carta de la OEA y llamarlos a todos para que de manera, responsable, nos pronunciemos y contribuyamos a la solución de la crisis de la hermana Venezuela. Cabe recordar y agradecer a Venezuela, la solicitud que formulo, ante esta organización, en mayo de 1989, que motivo la celebración de una Reunión de Consulta de Cancilleres y el envío a nuestro país de una misión especial para atender la crisis política por la cual atravesábamos en esos momentos.

El papel de la OEA ha sido efectivo para resolver crisis regionales en los últimos 20 años. ¿Por qué se cuestiona ahora la legitimidad de su accionar para proponer ideas que puedan ser usadas por los actores de la crisis para resolver sus problemas? Las acciones de la OEA, han sido válidas para ayudar a resolver situaciones como las de Haití con el Golpe a Arístide en 1993-1994, Perú con la disolución del Congreso en 1992, Guatemala con el “Serranazo” en 1993, más recientemente Honduras en el caso del Presidente Zelaya en el 2009 y Paraguay con el caso del Presidente Lugo en el 2012, por mencionar solo algunas.

Por ello, no aceptamos que se trate de descalificar a la OEA en su función de fortalecer el sistema democrático y la vigencia de los derechos humanos. Nuestra propuesta nace de un sentimiento propio de los panameños de servir de puente para la solución de las diferencias y así debe ser entendida. No solo la consideramos un derecho sino también un deber.

Rechazamos que nuestra solicitud sea calificada como una intervención en los asuntos internos de otro país. No se puede hablar de intervencionismo cuando de lo que se trata es de la defensa de los derechos humanos, que son inherentes a la dignidad de cada persona, y que todos los Estados, aquí representados, nos hemos comprometido a respetar. Estamos de acuerdo con quienes señalan que ningún Estado puede escudarse en el principio de no intervención para justificar la inobservancia de obligaciones en materia de Derechos Humanos adquiridas en virtud del derecho internacional.

Expresiones de preocupación o desaprobación respecto a cualesquiera de los Derechos Humanos son legales en todas las circunstancias y no constituye intervención en los asuntos internos. Los internacionalistas están de acuerdo en que resulta inaceptable concebir la idea de que el mismo orden jurídico internacional ideado para reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, sea utilizado bajo el pretexto del principio de no intervención, como justificación para eludir el repudio de la comunidad internacional ante inminente violaciones a los Derechos Humanos.

No vinimos aquí con un sentimiento de ganar o perder. No es un asunto de votos sino de principios. Cada Estado aquí presente es responsable de sus actos y tiene el derecho soberano de decidir lo que crea es conveniente o justo. Panamá respeta y respetará cualquier decisión que resulte de esta reunión. Pero, definitivamente, ganaría la paz, si encontramos los mecanismos que contribuyan a que los venezolanos se sienten a dialogar, con suficientes garantías, y alcancen los acuerdos que les permita continuar con su desarrollo.

Pero en ese mismo espíritu, quiero reiterar en que Panamá exige respeto a sus decisiones y opiniones. Una vez más señalo alto y claro, que no toleraremos que se nos amedrente por hacer uso de nuestro legítimo derecho a expresarnos, más cuando los compromisos que adquirimos en el marco de esta organización nos obliga a pronunciarnos y hacer usos de todos los mecanismos existentes para alcanzar una mejor convivencia entre todos. Panamá ha efectuado una propuesta de paz y a cambio ha recibido un mensaje de guerra. Lamentamos la decisión del presidente venezolano de romper relaciones con mi país por el hecho de presentar una solicitud para realizar esta sesión de la OEA con el objeto de considerar la situación por la cual atraviesa la República Bolivariana de Venezuela.

Si ese es el precio que tenemos que pagar por nuestra iniciativa, lo asumiremos. Nos hacemos eco de quienes señalan que los problemas de Venezuela no se resuelven rompiendo relaciones sino respetando los derechos humanos de los venezolanos. No toleraremos que se nos quiera silenciar con un vocabulario soez y prosaico vertido por quienes no coinciden con nosotros. Durante casi 100 años, no pudieron callar nuestra voz para lograr la recuperación de nuestro Canal. No vamos a dejar que se nos intimide por seguir haciendo uso de esa voz. Que quede eso muy claro. Señor Presidente: Con la mejor intención de escuchar, dialogar y construir conjuntamente, hemos hecho este llamado.

Ante esta alta responsabilidad, los Estados Miembros estamos llamados a pronunciarnos y a colaborar para que Venezuela, entre venezolanos, como tiene que ser, puedan alcanzar la convivencia pacífica que tanto necesitan. Con esta misión y con el propósito de satisfacer un bien superior que es la paz, respondamos constructivamente a este desafío conjunto que enfrenta nuestra región. Como países hermanos, demos nuestra contribución a este proceso de consulta para que juntos podamos construir la América que tanto deseamos, pero sobre todo, en este momento, apoyar a Venezuela en su búsqueda de tranquilidad y convivencia pacífica, que ha sido, es y será la única razón por la cual mi país y su Gobierno han querido contribuir, siempre con el mayor respeto y aprecio para el pueblo de ese país.

Por todo lo expuesto, la República de Panamá reitera su solicitud para que este Consejo Permanente convoque a una Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, de manera urgente, para que sean nuestros Cancilleres los que, reunidos al más alto nivel, acuerden y adopten las medidas que consideren convenientes. Con miras a que la crisis por la que atraviesa la nación venezolana pueda ser resuelta lo antes posible. Muchas gracias.