“Panamá hacia el Consejo de Seguridad 2025-2026”

 Palabras de S.E. Janaina Tewaney Mencomo,

Ministra de Relaciones Exteriores,

en la conmemoración de los 50 años de la

Reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en Panamá

 

21 de marzo de 2023

Yo debo ser muy franca con ustedes, estoy sumamente emocionada y con mucha humildad y con el corazón palpitando de alegría.  Es un gran honor sentarme al lado de estos grandes hombres que con sus acciones inspiraron que esta joven sea Canciller el día de hoy.

Aspiraré en lo posible llegar cerca de donde ustedes han llegado en sus intervenciones, bajo esa perspectiva histórica, pero también proyectada hacia el futuro de nuestro país, al rol que nos tocará jugar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Quisiera iniciar señalando que vivimos, como lo hemos dicho muchas veces, en tiempos de la Cuarta Revolución Industrial, que sería la tecnológica, y Panamá es un país en plena metamorfosis nacional y también geopolítica.

El Panamá 3.0 – haciendo referencia a la tecnología – está naciendo. ¿Cuál era el Panamá 1.0? Ese que va desde la época colonial hasta 1903, cuando por fin emergimos como un ente político independiente, si bien solo parcialmente soberano.

Y después, de ahí nace el Panamá 2.0, el Panamá de los mártires del 64, el Panamá de Omar Torrijos y esa generación dorada que trajo el Consejo de Seguridad de la ONU a Panamá y logró la firma de los Tratados. Pero ese Panamá también es el Panamá de la invasión, cuyo trauma aún no terminamos de comprender y superar; el Panamá, finalmente, de la reversión completa y total del Canal a nuestras manos ese inolvidable 31 de diciembre de 1999.

Eso nos lleva a algo fundamental sobre nuestro país, especialmente en el contexto de este acto: Panamá pertenece al selecto grupo de países que ha logrado conquistar sus imperativos geopolíticos modernos. El Panamá 1.0 buscaba independencia. La consiguió. Esto no es tan raro. Lo verdaderamente extraordinario es que el Panamá 2.0 también lo logró, en gran parte gracias a muchas personas que se encuentran hoy aquí. Por eso entrarán en la historia y la Patria les estará eternamente agradecida.

Ahora, volviendo al presente, quisiera hacer un análisis de ese Panamá 3.0, la del siglo XXI. Panamá cumplió sus metas del siglo XX. Por ende, se encuentra en pleno proceso de reinvención y reformulación de sus imperativos y, en consecuencia, de su geoestrategia.

Eso, creo, explica, al menos parcialmente, ese periodo tan “extraño” que parece atravesar la vida nacional. Pero no vamos a alarmarnos porque hayan pasado tan solo 23 años de un clímax que, repito, muy pocos países logran experimentar.

Nosotros, los políticos, nombrados o electos, no estamos aquí para decidir las características del Panamá que está naciendo. Eso lo determinarán, como siempre ha sucedido, las fuerzas impersonales que moldean el destino de los pueblos y las naciones. Lo que sí nos corresponde es prepararnos, anticipar lo posible y nuestras reacciones a esa transformación que experimenta tanto nuestro país como el mundo actual.

Pero quiero hacer énfasis en algo. Panamá también está en plena transición generacional y va muy de la mano con lo que hemos escuchado hoy. Y un dato interesante es que la edad promedio en nuestro país anda por los 29.7 años.

Situemos ese dato dentro del contexto histórico que se ha expuesto en el día de hoy. Significa que el panameño promedio nació después de la invasión; que el panameño que era mayor de edad cuando se firmaron los Tratados en 1977 hoy tiene, como mínimo, 64 años. Pero también significa que el panameño que era mayor de edad cuando ocurrió la invasión hoy tiene, como mínimo, 52 años.

Entonces vemos también un panorama demográfico, que es muy claro, y su incidencia geopolítica también. Porque la generación que vivió y construyó ese Panamá al que acabo de llamar el Panamá 2.0, el de la era dorada, el Panamá de la lucha por la recuperación del Canal, ya está de salida y lo acaban de mencionar nuestros ilustres expositores.

Esto ya es una realidad, no solo a nivel personal, sino a nivel político y geopolítico. Por ejemplo, y le voy a poner un nombre, estamos entrando de lleno en la era “milenial” panameña. Esta es la era “milenial” panameña, si nos ubicamos en el contexto de las edades y los años. Para los que no lo saben, se considera “milenial” a las personas nacidas aproximadamente entre 1981 y 1996.

Yo soy milenial. Nací en 1984; o sea, que no estaba ni en los planes cuando se firmaron los Tratados del Canal, ni cuando murió Omar Torrijos. Apenas tenía cinco años cuando se dio la invasión, pero la recuerdo muy bien. De la misma manera sucede con el Vicepresidente de la República, que es un año mayor que yo; igual el Ministro Alfaro de Comercio e Industrias; el Ministro Roger Tejada, de Gobierno, y así, sucesivamente.

Ahora, si miramos con el periscopio no sólo el contexto panameño, sino el contexto global, vamos a ver el mundo. Ese final de la penúltima década del siglo XX (1989-1990), o lo que el célebre historiador Eric Hobsbawm llamó el «siglo XX corto» (1914-1991), fue un periodo de terremotos por todo el mundo. Algunos con alcance nacional, otros con repercusiones regionales, y otros globales.

Yo quiero llamarle un terremoto milenial también. Voy a hacerles un resumen y mención de algunos hechos sísmicos, algunos regionales y otros globales.

Por ejemplo, Chile termina su periodo dictatorial (o lo que el presidente Boric llama «la larga noche de los 17 años») en 1990. Hoy, ese país también se encuentra en plena transformación nacional.

Alemania se reunifica tras la caída del Muro de Berlín en 1989. Hoy, se encuentra también en plena reorientación geopolítica, militar y estratégica.

En Japón ocurrió algo muy parecido y sin duda también sigue una transformación militar, en su estrategia política y de posicionamiento global.

El Salvador termina su guerra civil en 1992. Hoy, tiene un presidente de 41 años, un milenial, que está reinventando el país.

Existen muchos otros ejemplos, pero quiero volver a Panamá, y vayamos a lo importante. Como país en plena transformación, luego de un siglo XX que fue intenso, muy intenso, Panamá, en su visión hacia el Consejo de Seguridad, debe comprender a cabalidad las implicaciones que el cambio generacional está teniendo, y seguirá teniendo, no solo a nivel nacional, sino también a nivel global. Y esto atañe, por supuesto, a las Naciones Unidas.

Porque la idea del multilateralismo, especialmente a nivel global, es del ayer. Como bien todos sabemos, ese proceso de la creación del multilateralismo, que luego se fue enfocando en Liga de las Naciones y luego lo que hoy tenemos como Naciones Unidas, se inició en Viena, en ese famosísimo congreso posterior a las guerras napoleónicas, pero además ese proceso de transformación profunda generó algo que al final creó y cristalizó el concepto de la Organización de las Naciones Unidas.

Pero una vez conceptualizada esa idea multilateral en una estructura, una arquitectura global, creo que vale la pena decir que las Naciones Unidas, a pesar de las transformaciones que vive el multilateralismo actualmente, ha superado en todos los aspectos posibles –y con creces– a su predecesora, la Liga, o Sociedad, de las Naciones.

Esto es algo positivo, porque hubo una transformación que fue dándose en respuesta al movimiento global y las convulsiones que se estaban desarrollando.

Pero la ONU es un foro. Una herramienta. Es un medio, y no un fin.

¿Y para qué se crea esa herramienta, específicamente? Existe para crear un balance, el balance perfecto posible entre dos extremos que nadie quiere: Uno de los extremos es tener un gobierno global, que coordine a todos los demás, y el otro extremo es un mundo en caos. Entonces la ONU representa ese balance y el multilateralismo representa ese balance que todos queremos.

Pero, como sucede con cualquier herramienta, que es lo que queremos decir en el día de hoy, la ONU no es un fin, sino una herramienta que tenemos que utilizar tal como lo hizo Panamá, al traer el Consejo de Seguridad a nuestro país en 1973. Es importante que esa herramienta no pierda su relevancia.

La relevancia es crucial. Y aquí, entonces, estoy acercándome a ese proceso que vive actualmente el multilateralismo. A ese cuestionamiento constante.

La relevancia de cualquier organización está ligada directamente a la precisión con la que se ciñe al dominio que desea atender. Esto es muy importante.

En el caso de la ONU, este dominio es la creación y el mantenimiento de un orden internacional estable. Por ende, la autoridad de ese tipo de organismos reside en su grado de representatividad de la realidad y de las necesidades del mundo que, pasando por terremotos, hoy avanza a una versión 3.0.

Y allí llegamos al Consejo de Seguridad de la ONU. Sabemos que es un ente que también promulga derecho internacional público y que sus resoluciones son obligatorias.

El Consejo de Seguridad es la esencia de las Naciones Unidas. Porque en la Asamblea General estamos todos, pero el Consejo de Seguridad está compuesto por un grupo selecto.

¿Qué tanto refleja la membresía permanente del Consejo de Seguridad la situación mundial?

Ya se ha comentado, y vamos nuevamente a cifras y datos. Veamos. De las 5 mayores economías del mundo, solo 2 están de manera permanente en el Consejo de Seguridad. De los 5 países más poblados del mundo, solo 2 están de manera permanente en el Consejo de Seguridad.

Existen al menos 4 grandes regiones del planeta (América Latina, África, Oceanía y Oriente Medio) que no cuentan allí con ningún tipo de representación permanente.

Así podríamos seguir, pero ustedes me entienden. La necesidad de reformar el Consejo de Seguridad no es nada nuevo, pero sí es la punta de un iceberg que se adivina tan grande como lo es peligroso. ¿Y por qué lo es? Aquí quiero enfocar nuevamente la relevancia de la institución.

Para que la institución, esa herramienta, se mantenga vigente, necesita mantener la relevancia. Y para mantener la relevancia, necesita abordar esos temas que son relevantes para todos.

No solo los temas relativos a la sanción de grupos o temas relativos a la guerra, sino temas que impactan directamente en la seguridad nacional y por ende global. Y tenemos que estar coordinando también, porque son temas de relevancia tales como: ¿Qué vamos a hacer con la mayoría de población de jóvenes, esos 3.0, esos milenials, que no tienen ubicación, que no tienen trabajo y que no tienen oportunidad?

¿Qué vamos a seguir haciendo con la migración? ¿Permitiremos que sigan engordando los flujos migratorios? ¿Qué vamos a hacer y cómo vamos a implementar la tecnología en nuestras acciones, que nos permitan cerrar las brechas existentes entre todos? Esos son los temas relevantes que muchas veces van tomados de la mano con las necesidades de aquellos que claman por representatividad.

Y vuelvo al tema generacional. Es un hecho establecido que esta generación, que es mi generación también, es la primera generación desde el fin de la Segunda Guerra Mundial que está peor que la generación anterior.

Y podemos señalar muchas causas, entre ellas, por supuesto, la Cuarta Revolución Industrial, que en un análisis más superficial de la misma ya se ha dicho que va a impactar la vida, la forma de conducirnos cada uno de nosotros, mucho más que la primera Revolución Industrial, que fue la que determinó cómo íbamos a relacionarnos en el mundo. Determinó los parámetros de todo lo que venía.

Yo siento que es allí, entonces, donde no se trata de temas que se resuelven echando culpas.

Panamá y el mundo están entrando en un periodo de transformación que está estrechamente ligado – y no lo podemos negar – a la generación milenial, con los terremotos geopolíticos de 1989-1990 y ahora con una crisis terminal. Y aquí quiero hacer énfasis en que aquellas ideas y paradigmas que en algún momento parecían los regentes después de la Guerra Fría, un día nos recuerdan esa frase célebre que parafraseamos de Shakespeare: son poco más que “sombras que caminan”.

Como mencioné antes, el mundo se transformará, y lo va a hacer a las buenas o a las malas. Y con él, el multilateralismo; esa transformación del mundo también transformará a ese multilateralismo.

Nosotros consideramos que los temas que competen a esta era que vivimos deben ser abordados de una forma proactiva, constructiva, pero también representativa.

Y no nos engañemos, Panamá no va a resolver todos estos problemas, son problemas muy complejos del mundo en sus dinámicas globales. ¡Ojalá pudiéramos resolver los nuestros!

Pero me parece relevante que, en esa visión hacia el Consejo de Seguridad 2025- 2026, Panamá, en su propia transformación, en la comprensión de su rol político post haber logrado  ̶̶  como lo han expuesto nuestros ilustres invitados  ̶̶  ese clímax de reconquistar nuestra soberanía, ahora sepa de manera proactiva traer al Consejo de Seguridad esa transformación que también involucra al mundo.

Yo quiero agradecerles a ustedes por escucharme, pero, más que todo, agradecer a quienes nos han acompañado en el día de hoy, haciendo un recuento de lo que fue esa historia que logramos, pero recordar que el futuro es parte de ese cambio que esperan esas juventudes que ahora están teniendo el control y, como mencioné, muchos formando parte de nuestro Gabinete ministerial.

Les agradezco, y nuevamente quiero decirles que es para mí un honor ser la Canciller en una fecha en la que conmemoramos los 50 años de esa reunión icónica que llevó al perfeccionamiento de nuestra soberanía como país.

Muchas gracias.