Miles de peregrinos, nacionales y extranjeros se dieron cita en el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá, para ser testigos de la misa en la que su Santidad el papa Francisco dedicó, consagró y bendijo el renovado altar de la Catedral Basílica Santa María la Antigua, en la que estuvo presente el presidente de la República, Juan Carlos Varela Rodríguez, la primera dama, Lorena Castillo de Varela y la Vicepresidenta y Minitra de Relaciones Exteriores, Isabel de Saint Mali de Alvarado, ministros de Estado, jefes de entidades gubernamentales y autoridades eclesiásticas.
También acompañaron los presidentes de Costa Rica, Carlos Alvarado; de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y del Gran Hospitalario de la Orden de Malta, Dominique Principe de La Rochefoucauld-Montbel.
En su sermón, el papa Francisco habló de cansancio y de fe desgastada, pero también de esperanza. “El cansancio de la esperanza que surge cuando, como en el evangelio, el sol cae plomo y vuelve fastidiosa las horas y lo hace con una intensidad tal que no deja de mirar y avanzar hacia adelante como si todo se volviera confuso”.
“No me refiero aquí a la peculiar fatiga del corazón de quienes hechos trizas por la entrega al final del día, logran empezar una sonrisa serena y agradecida, sino a esa otra fatiga, la que nace de cara al futuro cuando la realidad cachetea y pone en duda las fuerzas, los recursos y la viabilidad de la misión en este mundo tan cambiante y cuestionador”, reflexionó el Santo Padre.
Reconoció que existe un cansancio paralizante, que nace de mirar para adelante y no saber cómo reaccionar ante la intensidad y perplejidad de los cambios que como sociedad estamos atravesando, estos cambios parecieran cuestionar no solo nuestra forma de expresión y compromiso, nuestras costumbres y actitudes ante la realidad, sino que ponen en duda en muchos casos la viabilidad misma de la vida religiosa en el mundo de hoy. Sin embargo, invitó a que no “nos dejemos robar la esperanza”.
“La esperanza cansada será sanada y gozará de esa particular fatiga del corazón cuando no tema volver al lugar del primer amor y logre encontrar, en las periferias y desafíos que hoy se nos presentan”, continuó reflexionando el Santo Padre.
El Santo Padre también tuvo palabras para la Catedral Basílica Santa María la Antigua, sobre la cual dijo que “una Catedral española, india y afroamericana se vuelve así Catedral panameña, de los de ayer, pero también de los de hoy que la han hecho posible. Ya no pertenece solo al pasado, sino que es belleza del presente”.
Como parte de la ceremonia de consagración el papa Francisco regaló una rosa en la Catedral Basílica Santa María la Antigua, como símbolo de amor a la Virgen.
Trabajos de restauración
El Gobierno de la República realizó una inversión que supera los 12 millones de balboas, la cual fue supervisada por la Secretaría de Metas, a fin de que estos trabajos estuvieran listos para este momento histórico que vive el país.
Esta obra de restauración duró aproximadamente dos años y consistieron en la instalación de un nuevo piso con baldosas de mármol, con una excavación especial para los conductos de aire acondicionado, además de todo el sistema eléctrico.
El techo o cubierta de la Catedral, que data de una intervención en 1933, se mantuvo y fue totalmente restaurada, agregándole sobre ella un sistema de cubierta ventilada para el paso de aire y reducir el calentamiento.
Se construyeron tres cancelas en las puertas de ingreso al templo, que permite la entrada de asistentes, que al mismo tiempo impide la salida del aire acondicionado.
Como elemento adicionado figura el nuevo balcón donde se ubicará el coro y un nuevo órgano y se rehabilitaron las escaleras norte y sur para acceder a los campanarios; a una de ellas se le adicionó un elevador. Además, se restauró la puerta principal y al altar o retablo mayor, en este último se acondicionaron el espaciado y los escalones para darle mayor amplitud.
En la parte exterior las obras incluyen las cubiertas, fachadas y torres del campanario.