Deseo transmitirles en primer lugar un cordial saludo de parte del pueblo panameño y su Gobierno, en particular del Excelentísimo Señor Presidente de la República de Panamá, Ricardo Martinelli, y su deseo de que todos los países de nuestra América podamos compartir ideas para que nuestro hemisferio emerja como la expresión de una región con acuerdos para el bienestar, la inclusión social, la prosperidad y desarrollo de nuestros habitantes.
La Organización de Estados Americanos se debate en un momento histórico. Por una parte, a nivel interno, la Organización reconoce que es necesaria una nueva Visión Estratégica, mientras que, a nivel externo, la opinión pública formula fuertes críticas por considerar que se trata de un organismo que, ante la realidad de nuestros países, no puede dar respuestas efectivas.
La iniciativa del Secretario General de proponer una nueva visión a la Organización, está tomando forma y esperamos que, en la próxima Asamblea General, se concreten propuestas para que esta institución pueda responder, de mejor manera, a los nuevos tiempos.
Al dar la bienvenida a esta nueva estrategia, mi Gobierno estima que es imperativo que la OEA se sostenga sobre los cuatro pilares fundamentales de su Carta Constitutiva y no se disipe en actividades que, aunque importantes, pueden ser emprendidas en otros ámbitos. De estos pilares, la democracia y los derechos humanos, son fundamentales, para la estabilidad de los países miembros de este organismo y, por ende, para la región.
La Democracia se sustenta en un fino equilibrio entre el ejercicio del poder público y el derecho del ciudadano que se basa, fundamentalmente, en el respeto a los derechos humanos y, en dar la oportunidad a todos los segmentos y actores de la sociedad para que emitan, libremente, sus opiniones ya que son ellos sujeto y objeto primario y puntual de este sistema de gobierno, y para quienes la OEA está al servicio, a fin de alcanzar el cumplimiento de los objetivos, intereses y necesidades de los miembros de nuestras sociedades.
La OEA, ante todo, debe mantener este enfoque, reforzando la defensa y promoción de la democracia y de los derechos humanos, temas de alta relevancia para la región, que sufrió su menoscabo durante la década de los 80, del Siglo pasado “la década perdida”; que nos enfrascó en un rezago político y económico, del cual hoy estamos saliendo, gracias al esfuerzo de todos por rescatar los valores intrínsecos de estos dos pilares del panamericanismo.
La OEA que todos necesitamos es una Organización que sea inclusiva, como ha señalado el Secretario General, formada por países soberanos, diversos y legitimados por la democracia, que actúan con una agenda común consensuada en plena igualdad de condiciones. Esta debe ser la OEA del siglo XXI, moderna, redimensionada y acorde con las prioridades de la región, muy distantes respecto a las que se dieron cuando surgió durante la guerra fría.
La OEA se encuentra hoy en un momento decisivo de su devenir histórico que, sin dudas, constituye un primer paso en el sentido correcto. Definir “El qué queremos para la OEA” y “cómo podemos lograrlo”, sintetiza la necesidad apremiante de adecuar a la Organización hemisférica a las exigencias actuales.
Los Estados Miembros de la Organización tenemos que comprender la necesidad de enrumbarla por los senderos de una visión más moderna, más cónsona con la realidad que estamos viviendo; por ello, debemos acordar que este nuevo impulso, en un mundo cada vez más globalizado, es necesario. Para ello, cabría entonces practicar una reingeniería en las estructuras de la organización. Debemos partir de un plano de igualdad y cooperación, para poder avanzar y encarar estos nuevos retos que nos presenta la globalización, los mercados comunes y las necesidades tangibles de nuestros pueblos.
En este ejercicio, será importante que la OEA se enfoque en aquellos aspectos que sabe hacer bien, y en aquellas actividades que la hacen única con relación al resto de los Organismos Internacionales, regionales, o cuasi regionales que configuran la arquitectura multilateral en el contexto global.
Nos referimos a la búsqueda de la consolidación democrática contemplada en la Carta de la OEA, e inexorablemente ligada al Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en el Continente Americano, ya que ambos garantizan la observancia del orden público en nuestros países. “Los pueblos de América tienen derecho a la democracia y sus gobiernos la obligación de promoverla y defenderla”, señala el artículo primero de la Carta Democrática, que ha sido citado innumerables veces, en este recinto que lleva el nombre de nuestro gran Libertador Simón Bolívar, quien luchó por librar a nuestros pueblos de la opresión.
Hoy, nos urge trabajar, juntos, para poner en práctica los mecanismos que permitan acompañar a los gobiernos de la región, en el proceso de transformar el derecho a la democracia en una realidad cotidiana más próxima al quehacer de los ciudadanos de todo el continente.
Precisamente, de eso se trata, y no de intervención en asuntos internos. Hay que tener presente que ningún estado puede escudarse en el principio de no intervención para justificar la inobservancia de obligaciones en materia de derechos humanos.
Cuando esta organización, o uno de los Estados miembros, expresa su preocupación respecto a la violación a los derechos humanos, parte intrínseca de la democracia, lo hace basándose en términos caracterizados y amparados por la Carta que nos convoca aquí y que todos aprobamos, por lo que es válido advertir que no constituyen injerencia alguna en los asuntos internos del otro Estado.
La OEA debe cumplir a cabalidad su responsabilidad de instancia hemisférica multilateral para el diálogo político, y ser el escenario natural donde los Estados democráticos de las Américas converjan para debatir los temas de una agenda común y tender puentes para resolver, o sitio privilegiado para abrir espacios con miras a solventar, aquellas situaciones que aquejan a los Estados Miembros y que puedan poner en precario la estabilidad regional.
La actualización de las tareas que desarrolla la OEA debe ser permanente y sostenida, para lograr incidir en la realidad cambiante de nuestro hemisferio. La OEA debe acompañar a los Estados miembros en su evolución, apoyando siempre la institucionalidad democrática y los derechos humanos como ejes primordiales de ese desarrollo social y económico.
La democracia tiene que seguir siendo el enfoque fundamental de la Organización de los Estados Americanos y debe ser la meta convergente de los Estados Miembros para alcanzar democracias plenas y consolidadas, con instituciones eficaces que fomenten la participación ciudadana libre, activa, responsable y decidida a trabajar en la continua modernización institucional de sus Estados en un marco de transparencia y legalidad.
Las diversas opiniones sobre el papel pasado, presente y futuro de la OEA deben formar parte de ese importante debate que todos los Estados Miembros debemos adelantar para llevar a la organización hacia nuevos horizontes. Sin embargo, Panamá es de la opinión que ese debate debe ser constructivo y no destructivo, debe ser abarcador y no sectario. Toda idea que considere que “la OEA no tiene validez, la OEA no es ya representativa, la OEA debe ser excluida”, hace daño al presente y al futuro de las Américas. En la OEA debemos caber todos y no debe haber imposiciones de un Estado sobre otro Estado.
Es por ello, que somos enfáticos en señalar que la OEA no está llamada a convertirse, ni en un organismo de segundo nivel, sin vigencia y mucho menos a desaparecer. Panamá no está de acuerdo con los planteamientos que suponen que la OEA queda excluida o descartada de considerar o atender un tema hemisférico, por el mero hecho que dicho tema sea tratado o atendido en otro foro regional. La OEA tiene la historia, la estructura, el conocimiento, las capacidades y la referencia para ser instrumento válido en la solución de diferencias a lo largo y ancho de nuestro continente.
Señora Presidenta; Señoras y Señores Representantes:
No podemos dejar de mencionar nuestra preocupación por la situación del hermano pueblo venezolano, y en ese sentido, deseamos que encuentren el camino que conduzca a un diálogo franco, sincero de todos los sectores que componen su sociedad, para que alcance la paz y la armonía que todos queremos para ellos y para todo nuestro hemisferio. Todos debemos estar dispuestos a contribuir para que esto se logre.
En ese sentido, confiamos que esta organización mantendrá presente la Declaración emitida por este Consejo, en el sentido de velar por el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, y el rechazo a la violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, en Venezuela.
De igual manera, como Organismo debemos dar muestras de nuestro interés en mantenernos en conocimiento de la situación en ese país. Esta Organización tiene el derecho y el deber de estar suficientemente informada con el propósito de estar preparada para tomar decisiones, en caso de que las circunstancias permitan que este organismo contribuya en la solución de la crisis venezolana.
Panamá, reitera hoy lo que ha dicho antes: sus propuestas ante la OEA sobre Venezuela han sido, siempre, en un plano de respeto absoluto al pueblo y al gobierno de Venezuela, entendiendo que la situación debe ser resuelta entre venezolanos.
Cualquier idea o iniciativa que surja de la comunidad internacional para coadyuvar en este esfuerzo interno en Venezuela debe respetar ese principio. En ese sentido, Panamá se suma a todos aquellos que han externado su esperanza de que la iniciativa surgida en el seno de Unasur pueda rendir frutos de forma rápida para así contribuir a encontrar una solución.
Respetamos la decisión adoptada mediante una Declaración y los exhortamos a que no desatiendan el clamor de un pueblo que merece vivir en Paz.
Panamá es un país amigo de todos y respetuoso de todos. Nuestra historia y nuestra política exterior así lo confirman. Es, precisamente, por esta razón que, el Gobierno de Panamá le otorga particular relevancia a los procesos de integración que nuestra región viene impulsando con vigor, en los diversos ámbitos políticos, económicos y comerciales, enriquecidos a partir de la diversidad de visiones que co-existen y que son, las que permitirán continuar avanzando en foros y proyectos hemisféricos de alta relevancia como CELAC, SICA, ALADI, AEC, MERCOSUR, Alianza del Pacífico, CARICOM, o la propia OEA entre otras.
Me permito en este punto, recordar la oportuna reflexión del difunto Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, quien señalara en una ocasión: “Respetamos la soberanía y el carácter político e ideológico de cada país, respetamos a cada país; sólo queremos integrarnos, acercarnos, porque es imprescindible para el futuro de nuestros pueblos, y esa realidad trasciende las situaciones políticas internas”.
De ahí que Panamá cree en la OEA y en la importancia de sus reuniones Ministeriales. En 2013, Panamá fue anfitrión de importantes eventos como el Foro de Competitividad de las Américas y la reunión de la Red Interamericana de Competitividad RIAC. Exitosas actividades para el fortalecimiento de la agenda hemisférica de desarrollo.
Paralelamente, Panamá también celebró la reunión Ministerial de la Iniciativa Caminos a la Prosperidad en las Américas, de la cual 16 Estados de la OEA son miembros. Esta iniciativa busca generar un diálogo a nivel político para que los países miembros aprendan de la experiencia mutua, compartiendo mejores prácticas y colaborando y promoviendo el crecimiento inclusivo, la prosperidad y el desarrollo sostenible.
Nuestro país se prepara ahora para ser sede de la VII Cumbre de las Américas en el curso del próximo año. Asumiremos este compromiso como nuestra contribución a este organismo multilateral, considerando que se trata del más importante foro político que se celebra en nuestro hemisferio, con la participación de todos los Jefes de Estado y de Gobierno, para abordar y buscar soluciones, a las situaciones que viven nuestros pueblos.
La Cumbre no es de Panamá. Es de todas las Américas y, por ello, esperamos contar con la colaboración de todos sus gobiernos para que en el seno de la OEA continuemos trabajando como parte de la necesaria transformación, en el regreso de Cuba. Es tiempo ya que, en el contexto de las nuevas realidades de nuestro continente, tengamos, todas las naciones que lo compartimos, la capacidad de encontrar los espacios políticos para hacer realidad la presencia de Cuba en la OEA y con ello en todos sus foros.
Por otro lado, para nuestro regocijo como país, la celebración de esta Cumbre se dará en momentos en que deben estar culminando los trabajos de ampliación del Canal de Panamá. El Canal recuperado por nuestra Nación y administrado por los panameños, está cumpliendo 100 años de operación en este 2014. Celebramos este centenario con una fuerte inversión para ampliar esa vía acuática con el propósito de incrementar los servicios que brindamos al mundo, lo cual va a resultar de gran impacto en el comercio mundial, particularmente en los países del área, al aumentar la capacidad de intercambio comercial.
Para concluir quiero reiterar lo siguiente:
Panamá sigue creyendo en el Sistema Interamericano.
La OEA, los Estados Miembros, siempre encontrarán en Panamá un país amigo, un país tolerante y respetuoso frente a las ideas de otros Estados por muy grandes que puedan ser las diferencias. En Panamá jamás se encontrará el uso de una palabra o calificativo irrespetuoso contra ninguna autoridad para hacer valer las opiniones e ideas. Eso sí, en Panamá encontrarán una nación y un gobierno serio, con temple, que hará valer el respeto a sus autoridades y al Estado Panameño, y que rechazará, siempre, el ataque y la descalificación.
La Organización de Estados Americanos es el foro político más representativo de nuestro hemisferio. Su historia, su capacidad y membresía, lo aglutina y con ello, todas las diferentes visiones, planteamientos, programas e ideas políticas que los pueblos de las américas hacen suyos. Ese espíritu de tolerancia y de diálogo político entre los Estados Miembros es su riqueza.
La OEA ha demostrado ser efectivo en la defensa del sistema democrático y de los derechos humanos. Sin embargo, requiere de una actualización de manera que los ciudadanos de las Américas puedan sentir que esta es una institución que, frente a las realidades y los conflictos que se presenten, está enfocada en velar por la paz, la libertad y el desarrollo de nuestros pueblos, por encima de intereses particulares.
Al agradecer la atención de los señores Representantes de los Estados Miembros de la Organización, a los Observadores permanentes a la Secretaría y a todo el personal de la OEA que nos ha acompañado, quiero reiterar la disposición de Panamá para seguir contribuyendo con todo lo que esté a su alcance para el logro de los objetivos de esta Organización.
En esta convicción, debo indicar que Panamá revalida un principio fundamental de su política exterior que ha puesto en vigor, que es, la “diplomacia del diálogo” y que felizmente pone en contexto, de forma muy sabia, Su Santidad el Papa Francisco, cuando ha señalado que el dialogo es: “la vía para resolver las problemáticas que permanecen abiertas”. Consecuente con ello, Panamá siempre estará abierta al diálogo amplio, aún en momentos y circunstancias complejas y dispares, con su mano tendida y sus deseos de construir con toda y cada una de sus hermanas naciones americanas un continente en Paz y Democracia, donde las únicas armas que empleemos entre ellas sean el respeto y la tolerancia.